Si hay algo de lo que tengo plena certeza es del inmenso poder que tenemos las mujeres.
No sólo hoy, aquí y ahora. Lo hemos tenido siempre.
Algunas lo sabemos; otras no.
Algunas podemos ejercerlo; otras no.
Pero lo tenemos. Somos poderosas.
Tú,
Yo,
Ellas,
Todas nosotras.
Y hoy, día internacional de la Mujer, es un día para gritarlo aún más fuerte.
Por ti,
Por mí,
Por ellas,
Por las que no pueden gritar hoy.
Por todas.
Muchas de esas mujeres que no pueden gritar y salir a la calle hoy, que no pueden ejercer sus derechos con libertad e igualdad, están en África.
De los 1300 millones de habitantes que tiene este continente, más de 650 son mujeres.
Sí, la mitad de su población tiene nombre de mujer.
650 millones de mujeres valientes, fuertes y poderosas.
Quizás no lo saben, pero lo son. Yo lo he visto y lo he vivido. Las he mirado y admirado. Y sigo haciéndolo, porque no dejan de sorprenderme y de enseñarme.
¿De verdad hay alguien que piense que el desarrollo de África será posible sin ellas?
Por si queda alguna duda: no, no lo será.
Porque en el continente negro toma pleno sentido el lema “La Revolución será feminista o no será”.
Y el desarrollo político y socioeconómico de África pasa, de manera inevitable, por la participación femenina y la igualdad de oportunidades.
Ellas tienen mucho que decir y que hacer.
Y el día que lo hagan, África despegará.
El día que ellas den un golpe sobre la mesa, que tiemble África. Y que tiemble el mundo.
Algunas ya lo saben, y lo pelean día a día. Por ellas y por todas.
Otras, son poderosas sin saberlo. Valientes y fuertes desde la más absoluta sombra y discreción.
Y a ellas quiero hacerles este homenaje y dedicarles estas líneas.
A Swabra, Jamila, Rukiya, Fatuma, Nailois, Maggie, Irene, Khadija, Maryam, Esha, Madina, Maimouna, Amina, Maka, Habiba, Patricia, Filister, Purit, Diram, Neema, Magret, Zeinab, Swafia…
Podría escribir una lista interminable de nombres y no terminaría nunca.
Una lista infinita de nombres de mujer.
Mujeres que son heroínas anónimas.
Mujeres que me cambiaron la vida.
Mujeres que me enseñaron (y me enseñan) tanto, que me faltarían vidas para agradecérselo.
Mujeres que me regalaron unas nuevas gafas con las que mirar el mundo y que me empujaron hacia una nueva vida.
A todas ellas, gracias.
Es un regalo mirarlas, admirarlas y aprender de ellas. Hablar con ellas y compartir. Escuchar y ver como hacen llano un camino que para ti y para mí estaría lleno de baches y socavones.
Y todo, siempre, con una sonrisa generosa, con una mirada serena y con paso firme.
Ellas son el motor y la fuerza de África. Todas juntas somos el motor y la fuerza del mundo.
Y si ellas paran, si todas paramos, se para el mundo.
Ellas no lo saben, pero son poderosas.
El día que lo sepan, el día que se lo crean, el día que las dejen, el día que puedan ejercer sus derechos con libertad e igualdad… ese día cambiarán África y cambiarán el mundo.
Mientras, tú, mujer valiente, puedes hacer mucho para que su voz suene cada día un poco más fuerte en ese continente que grita en silencio por ser libre y poderoso.
Y es que… África tiene nombre de mujer.