Cada vez son más las personas que me comentan que les da “cosilla” apuntarse solas a un voluntariado y que me preguntan si es recomendable hacerlo.
Y siempre les contesto lo mismo: ¡Por supuesto!
Para mí, de hecho, es la mejor opción.
Cuando decidí hacer un voluntariado, jamás se me pasó por la cabeza hacerlo con algún amigo o amiga.
Tampoco decidí hacerlo cuando tenía pareja. En ese momento prioricé otro tipo de viajes porque entendía que hacer un voluntariado era “mi” motivación y algo que quería hacer yo sola.
Con esto no quiero decir que sea un error hacer un voluntariado con tu pareja o con tus amigos, ni muchísimo menos, sino que no hay por qué tener miedo a apuntarse sola a un voluntariado.
De hecho, tiene muchas más ventajas que inconvenientes. 😉
Tabla de contenidos
El miedo a apuntarse sola a un voluntariado
Viajar en solitario no es fácil.
Apuntarse sola a un voluntariado, tampoco.
No es nada descabellado sentirse “asustada” al pensar en enfrentar una situación tan nueva y tan distinta sin compañía (sin compañía conocida, mejor dicho).
Y es que salir de nuestra zona de confort (y vivir una experiencia de voluntariado, lo es) supone afrontar retos y situaciones nuevas que, como poco, nos inquietan y nos dan cierto vértigo:
¿Cómo será la organización?
¿Me adaptaré a un entorno tan diferente al mío?
¿Cómo serán mis compañer@s o los responsables de la organización?
¿Me lograré comunicar al llegar a destino?
Desde luego, se trata de interrogantes naturales y muy lógicos (éstos y otros muchos miedos y preguntas que se te puedan pasar por la cabeza).
Igual de lógico y de natural que es preferir, a bote pronto, vivir esas nuevas situaciones con la seguridad que nos aporta tener al lado a alguien de nuestro entorno.
¿O acaso no te sentirías más tranquila y segura aterrizando a miles de kilómetros de tu casa con tu mejor amiga, con tu primo o con tu pareja?
Obviamente, la respuesta es sí.
Y es lo más normal del mundo. Así que no te preocupes ni creas que eres una persona especialmente miedosa ni un “bicho raro” si te sientes insegura al pensar en hacer un voluntariado en solitario.
Lo que te pasa a ti, nos ha pasado a muchos otros antes. Y hoy mi objetivo es que cuando termines de leer este post, le hayas dado la vuelta a la tortilla y conozcas la otra cara, llena de ventajas, de apuntarse sola a un voluntariado.
¡Allá vamos!
¿Por qué apuntarse sola a un voluntariado?
Dale la vuelta a la pregunta y responde a esto: ¿y por qué no?
Estarás de acuerdo conmigo en que un voluntariado es una experiencia muy personal, que tiene mucho que ver con las motivaciones, expectativas y perfil de cada persona.
Una vivencia así, por la huella que puede llegar a dejar en ti y en los demás, es algo tan tuyo que debes planearla y vivirla por y para ti, y por y para las personas con las que vas a colaborar.
No se trata únicamente de unas vacaciones. Es algo más.
Y, para mí, la mejor manera de vivirlo es en solitario y alejados de nuestro entorno.
¡Aquí van mis razones!
1. Ampliar tu círculo de relaciones
Aunque no lo creas, hacer tu viaje solidario en compañía de alguien conocido limita tus relaciones durante tu estancia en el proyecto. De manera inevitable, y sobre todo si eres una persona tímida, siempre estarás más cómoda cerca de quien ya conoces y, casi con total seguridad, te costará ampliar tu círculo de relaciones.
En cambio, apuntarse sola a un voluntariado tiene la ventaja de que, por narices, te verás empujada a relacionarte más con otras personas. Además, te relacionarás con mayor libertad con tus compañeros, ya que no tendrás que estar pendiente de nadie más que de ti y de ellos.
Como te decía, salir de nuestra zona de confort no siempre es fácil, y relacionarte con personas que no conoces de nada en un entorno nuevo y tan distinto al tuyo, es todo un reto. No sería difícil que por vergüenza, pereza o desinterés acabaras reduciendo tus relaciones a tu compañero o compañera de viaje.
¡Y sería una pena!
¿Sabes una cosa?
Una de las mejores cosas que me llevé de mi primer viaje solidario fueron mis 4 compañeras de grupo, y todas viajábamos solas.
Junto con Lidia, Lucía, Ana y Federica viví una experiencia maravillosa. A día de hoy seguimos siendo amigas. Hay algo que ya, irremediablemente, nos une para siempre. Estoy segura de que mi relación con ellas no hubiera sido la misma si alguna de nosotras hubiera viajado acompañada.
Y esta relación tan estrecha y especial la he visto también después, muchas veces, entre los diferentes grupos de voluntarios que he conocido.
Como también he sido testigo de que buena parte de las personas que han viajado con amigos y/o pareja han creado, de manera inconsciente, un subgrupo dentro del conjunto de personas con la que compartían experiencia.
Mi consejo: pierde el miedo y ábrete a compartir esa experiencia única con otros voluntarios, haz piña con ellos y comparte tus miedos e inseguridades (seguramente, ellos tengan los mismos que tú).
2. Elegir “tu” voluntariado
Esta es, para mí, una de las razones fundamentales para apuntarse sola a un voluntariado.
Si elegir un proyecto con el que colaborar no es tarea fácil (ya que intervienen muchas variables como tus intereses y preferencias, tus motivaciones, tu presupuesto, tu disponibilidad…), ¡imagínate hacerlo pensando el perfil y necesidades de dos o más personas!
A mí, personalmente, me parece dificilísimo (ojo, ¡que no imposible!).
La gran ventaja de planificar tu voluntariado en solitario es que proyecto que elijas se adaptará totalmente a ti:
- Las fechas serán las que más te convengan y no te perderás ni un solo día de tu viaje solidario por tener que adaptar la duración de tu colaboración a la disponibilidad de otra persona (te aseguro que volver unos días antes a casa, aún teniendo días libres, fastidia mucho).
- Lo mismo sucede con el ámbito de colaboración: puede que a coincidas con tu acompañante en querer colaborar en el ámbito social. Peeeeeero…, ¡eso es tan amplio! Jóvenes, mujeres, infancia, trabajo comunitario… Encajar esos intereses puede resultar difícil. ¿Lo mejor? Colaborar en el ámbito que más te motive y en el que puedas dar lo mejor de ti, sin tener que adaptarte a las preferencias de otras personas.
- El destino no será negociable. Irás allí donde realmente te resuene ir y al país en el que realmente quieras colaborar. Así de fácil 😉
- Tu intuición y el “enamoramiento” que sientas hacia un proyecto puede o no coincidir con el de tu acompañante. Si su proyecto predilecto es otro, ¿vas a renunciar a esa corazonada que has sentido?
¿Qué te quiero decir con todo esto?
Que merece la pena que pongas tu foco en encontrar el voluntariado que mejor se adapte a ti para que sea mucho más que un viaje y se convierta en una experiencia única.
Mi consejo: revisa si tu prioridad es hacer un viaje acompañada o si tu motor es dar lo mejor de ti en el proyecto que mejor encaje contigo. Si puedes sacrificar tus preferencias e intereses por viajar con alguien a toda costa, quizás es mejor que optes por otro tipo de viaje.
3. Oportunidad de autoconocimiento
Que el voluntariado es una oportunidad para el autoconocimiento es algo que afirmo con total seguridad. Y la soledad es una condición necesaria para ello (o, al menos, para reflexionar).
No en vano, en una experiencia de este tipo, descubres y conectas con tu “yo” más íntimo. Frente a ti aparecen tus fortalezas y potencialidades, pero también tus limitaciones y debilidades. Algunas las conocías, otras no. Y te sorprendes del nuevo “yo” que descubre.
Si estás dispuesto a mirar dentro de ti, sin filtros y sin excusas, volverás de tu viaje solidario habiendo empezado a camino de autoconocimiento y crecimiento personal muy profundo y valioso que merece la pena que continúes caminando una vez vuelvas a casa.
Pero difícilmente podrás buscar esos momentos de reflexión y de introspección personal durante tu voluntariado, si estás siempre acompañado de alguien de tu entorno, con todos los condicionantes que esto conlleva.
Mi consejo: durante tu viaje solidario, busca espacios de prospección personal: mira dentro de ti y alucina con esas nuevas facetas que hasta ahora desconocías. No desperdicies la oportunidad de autoconocimiento que te brinda una experiencia de este tipo.
4. Evitar posibles desencuentros con tu acompañante
¿Quién no ha tenido sus más y sus menos durante un viaje con su acompañante?
¿Te has ido de vacaciones con alguien y has descubierto aspectos de esa persona que no te gustan y que te han sacado de quicio?
¿Alguna vez has vuelto de un viaje discutiendo con tus amigos?
Si viajar saca lo mejor y lo peor de nosotros porque nos pone frente a realidades y situaciones nuevas, imagínate qué pasa cuando se trata de un viaje de voluntariado. En este tipo de viaje, vives inmerso en realidades no sólo nuevas, sino bastante duras y difíciles.
¿Te has parado a pensar cómo vas a reaccionar y cómo te puedes sentir?
No lo sabes porque es algo bastante difícil de prever. Así que mucho más difícil aún es intuir cómo se va a desenvolver la persona con la que viajas.
No sería nada descabellado que tuvierais algún encontronazo y que sintieras que no conoces a la persona que tienes delante. De hecho, he sido testigo de discusiones y comentarios bastante desafortunados entre personas muy amigas y que, en principio, se conocían muchísimo.
Después de esto, ya puedes imaginarte lo que viene: una relación resentida por las rencillas vividas en un contexto “límite” que nada tiene que ver con el vuestro.
Mi consejo: a veces, las relaciones personales funcionan y son de una determinada manera en un contexto y en una realidad muy concretas. O estáis muy seguros de que compartir voluntariado no os va a pasar factura, o es mejor que no llevéis al límite vuestra relación.
5. Ser tú misma sin condicionantes
Poco o mucho, cuando estamos con nuestros amigos, nuestra pareja o nuestra familia, estamos condicionados a mostrarnos de una u otra manera.
Ni tú, ni yo, ni nadie, nos comportamos igual con unos u otros, y adaptamos nuestra actitud a la compañía y al contexto en el que nos encontramos.
¿No te parece que un voluntariado puede ser una oportunidad de oro para ser tú misma sin limitaciones ni filtros?
Para vivir tu experiencia como tú quieras vivirla y, sobre todo, como tú la sientas. Sin tener que medir qué dices ni cómo te comportas. Sin renunciar ni a una gota de tu esencia.
Mi consejo: ¡atrévete a ser tú! Al contrario de lo que crees, viajando en solitario te sentirás mucho más libre.
¿Qué te parecen las razones para apuntarse sola a un voluntariado?
Espero, como mínimo, haberte mostrado la otra cara de la moneda y haber cambiado un poquito tu punto de vista.
¿Has hecho algún voluntariado en solitario? ¿Cómo fue tu experiencia? ¿Compartes las ventajas de las que te he hablado?
Si tu voluntariado fue en compañía de tu pareja o de tus amigos, ¡también me interesa tu opinión!
Deja un comentario y ayuda a las personas a las que apuntarse solas a un voluntariado les sigue echando para atrás.
Y si estás pensando en hacer un viaje solidario, conoce los 7 errores que no debes cometer y las 3 claves que debes tener en cuenta para que sea el viaje de tu vida. Suscribiéndote a la newsletter serás de los primeros en enterarte de lo que pasa en esta comunidad de personas comprometidas por un mundo mejor.