2017
El año en el que he decidido reinventarme.
El año en el que ha tomado forma todo lo que me ha pasado en los últimos casi 3 años.
El año en el que he apostado por mí y por la vida que quiero vivir.
El año que ha marcado un punto de inflexión en mi vida.
El año que, con una mezcla de nostalgia y de energía positiva (ésta última gana la batalla por todo lo que está por venir), ya mismo termina.
El año en que le he abierto la puerta al emprendimiento on-line.
Y, cómo no, toca hacer balance.
Primero, para no perder de vista ni olvidar nada de lo que ha pasado. Segundo, para pensar en esos propósitos de año nuevo que, aunque luego no se cumplan, siempre ayudan a trazar el camino que se quiere seguir.
O dicho de otra manera: es momento de mirar atrás para hacer balance y coger el impulso necesario para mirar hacia adelante y ponerle nombre a esos sueños, retos y objetivos que queremos cumplir en los próximos meses.
Y hoy me toca a mí.
Este año, más que nunca, debo pararme a pensar y a poner en orden todo lo que ha pasado este año, sobre todo en los últimos meses.
2017 ha sido un año de cambios. El año en el que me he atrevido a cambiar de vida.
Hace un año, no podía imaginar que hoy estaría escribiendo esto.
Hace un año, cuando estaba inmersa en los preparativos de la cena de Nochevieja con los niños del centro residencial en el que trabajaba, no podía prever que 365 días después esos preparativos los haría en Kenia.
Y mucho menos aún que estaría escribiendo el balance de un año en el que pasaría de ser educadora social en Barcelona a emprendedora on-line en una isla africana del Índico.
Tabla de contenidos
Hace un año…
Como sabes, a raíz de unas vacaciones solidarias en 2014, que dieron paso a un voluntariado de casi un año de duración, mi vida dio un giro radical. Aunque intenté volver a tener una “vida normal”, algo ya había cambiado y fue imposible volver atrás.
Pero no voy a adelantarme a los acontecimientos.
¿Dónde estaba yo hace exactamente un año?
Pues trabajando como educadora social en un centro donde vivían niños que, por diferentes circunstancias, no podían continuar conviviendo con sus familias biológicas. Era la responsable de 9 niñ@s y adolescentes, convivía con ellos día y noche y, junto con un equipo de 5 educadores, me dejaba la piel para que aquellos peques tuvieran un hogar y fueran felices.
Exactamente, hace justo un año acababa de llegar de un mes de vacaciones en Kenia y la vuelta al trabajo estuvo marcada por las celebraciones navideñas.
Sí, estaba satisfecha con lo que hacía, era un trabajo que me llenaba muchísimo y me hacía sentir muy realizada. Fue una etapa que me hizo crecer y aprender muchísimo, tanto personal como profesionalmente.
Empezó el nuevo año y vivía inmersa en la rutina diaria de mi trabajo, jamás aburrida ni con un día igual a otro. Pero había algo en mí, un run run que iba creciendo día a día, que me llamaba a empezar una nueva vida, a dar algunos pasos para estar realmente dónde y cómo quería estar.
Había probado ya otra manera de vivir, y me estaba costando mucho volver a esa vida ordenada, estable y segura que se supone que nos ofrece el mundo occidental. Pero no era fácil salir de ese sistema que te acaba atrapando y te envuelve casi sin dejarte ningún margen a una alternativa.
¿Qué ocurrió para pasar de ser educadora social a emprendedora?
En febrero de 2017, en un viaje en tren volviendo de visitar a unas amigas en Murcia, perdía el tiempo navegando por Facebook cuando me topé con uno de los post de Inteligencia Viajera. Hacía tiempo que seguía varios blogs de viajes y de reinvención profesional, pero leía los artículos con cierta distancia, con la admiración de una espectadora que nunca podría seguir los pasos de aquellos emprendedores. Yo jamás podría hacer algo así.
Ahora lo pienso, y me doy cuenta de que eran el miedo y la inseguridad los que pensaban y hablaban por mí.
El miedo al cambio y al fracaso, la incertidumbre que produce arriesgar y salir de tu zona de confort y, sobre todo, el pensar que no vas a ser capaz de reinventarte y cambiar de rumbo…, son muy poderosos.
Pero volvamos al tren.
En unos pocos minutos estaba inmersa en la web de Inteligencia Viajera, leyendo artículos que ya había leído pero que ese día tenían una influencia especial en mí. Descubriendo historias de vida que me llamaban a hacer algo parecido con la mía. Admirando a personas valientes que un buen día se habían atrevido a arriesgar y que habían apostado por su felicidad. Constatando que era posible vivir en cualquier lugar del mundo trabajando en tu propio proyecto on-line.
Y ahí llegó el clic.
Me sorprendí preguntándome: “¿Y por qué yo no?”.
Entre artículo y artículo, las horas de viaje pasaron volando. Y en plena inmersión en la web descubrí el programa de Mentoring que ofrece Antonio G, un nómada digital experto en vivir viajando gracias a su blog y en enseñar a otros cómo hacerlo.
Estaba leyendo y parecía que me estaba hablando directamente a mí.
No estaba sola, había mucha más gente que había estado en el mismo punto que yo y que podía enseñarme el camino.
Era mi momento.
No os podéis imaginar el subidón de energía y motivación que sentí en ese momento.
Había tomado una decisión. Quería intentarlo. Así que me puse a rellenar el formulario de contacto para ponerme manos a la obra lo antes posible.
Y con esa idea y todo el entusiasmo del mundo, puse de nuevo los pies en Barcelona.
Mi día a día seguía igual, pero yo soñaba despierta con la idea de tener mi propio negocio on-line. Cuando recibí el e-mail de Antonio proponiéndome fecha para hacer un Skype y conocernos, daba saltos de alegría. Eran los primeros pasos hacia no sabía dónde, pero me encantaba.
En marzo volvía a Kenia 3 semanas, y mi cita con Antonio coincidía con mi viaje. ¡Era una señal!
¡¡¡Y llegó el gran día!!!
Con una conexión sorprendentemente buena, Antonio en Argentina y yo en Kenia, poníamos en común mil y una cosas. Él me contaba el funcionamiento de la formación y yo sólo podía alucinar en colores.
Tenía claro que quería lanzarme, pero me faltaba la idea. Y fue en esa reunión virtual cuando empezó a tomar forma la temática de mi proyecto: el voluntariado y los viajes solidarios.
Cerré la ventana del Skype en mi tablet y, literalmente, empecé a saltar y a gritar.
Era posible e iba a hacerlo. Y tenía fecha para ello.
En septiembre empezaría a trabajar con uno de los mejores, para hacer realidad el sueño de vivir de mi propio proyecto on-line. Sabía que no sería fácil y que tendría que trabajar muy duro, nadie me decía lo contrario, pero tenía muchos ejemplos de que era posible. Y pensaba conseguirlo.
Pero aquella decisión suponía muchas otras cosas:
- Dedicarme a tiempo completo a un proyecto, ¡mi proyecto!
- Dejar mi trabajo (por segunda vez) y apostar por el emprendimiento
- Invertir, además de tiempo, una buena cantidad de dinero en formación, diseño y varias herramientas de trabajo
- Vivir de mis ahorros hasta que consiguiera ingresos
¿Estaba dispuesta a ello?
La respuesta era un SÍ rotundo y sin ninguna duda.
Y todo aquello me empujaba irremediablemente a Lamu. ¿Dónde sino iba a poner en marcha un proyecto sobre voluntariado? Sin quererlo, el círculo se cerraba: volvía a Kenia, esta vez sin fecha de vuelta, a emprender un nuevo proyecto profesional y personal.
Volvía allí donde, casi 3 años antes, había empezado todo.
Los 4 meses que me separaban de mi viaje pasaron con una mezcla de sentimientos y emociones tremenda, pero nada me frenaba ni me alejaba de mi objetivo.
El 9 de julio me subía a aquel avión que me llevaría directa a mi nueva vida, en la que quería apostar por mí y ser fiel a lo que me pedían la cabeza y el corazón.
Pasé dos meses avanzando algunas tareas que sabía que tenía que hacer y que seguro me vendría bien tenerlas hechas cuando empezara la formación. Y llegó el 11 de septiembre, y dio comienzo el año intensivo de formación durante el que pensaba dejarme la piel para sacar adelante mi proyecto.
¡Pasaporte Solidario ya se estaba cocinando a fuego lento!
Cara a cara con el emprendimiento on-line
Hace ya casi 6 meses que empecé a darle forma a Pasaporte Solidario. Desde el principio sabía que no iba a ser fácil: siempre he trabajado con personas y el mundo on-line era todo un desconocido para mí.
Crear una web y otras muchas tareas técnicas suponían un desgaste inmenso para mí. Me di cuenta de que era algo que me angustiaba muchísimo y que me absorbía tanta energía que no era realmente productiva en lo que realmente me gustaba: compartir experiencias y conocimientos y escribir sobre voluntariado e iniciativas solidarias.
Así que decidí delegar y contratar a una diseñadora que creó esta web tan bonita. ¡Lección aprendida! 😉
Sin esa presión técnica y con todas las ganas del mundo, a mediados de septiembre comenzó oficialmente el programa de Mentoring (aunque yo ya llevaba prácticamente dos meses trabajando en mi proyecto). Hasta ahora, no sé cuántas horas de vídeo he podido visualizar, cuántos artículos y tutoriales he leído, ni cuántas horas he pasado delante del ordenador. ¡Y los que me quedan!
¿Pero sabes qué?
Lo hago tan a gusto y disfruto tantísimo con ello, que no me importa ni me pesa. Al revés, me compensa totalmente.
Junto con mi tutora, Lorena de Lady Dreamer (una crack del emprendimiento on-line) empezamos a trabajar mano a mano y pusimos fecha al lanzamiento del blog.
El 30 de octubre.
Llegar a ese día con todo a punto fue una carrera contra reloj. Nunca nada estaba lo suficientemente bien como para ser publicado, todo era mejorable.
Y aquí llegó otra gran lección: nunca nada va a ser perfecto, así que lánzate y ya lo irás mejorando. Si buscas la perfección, no te moverás nunca.
A lo largo de estos dos meses de vida de Pasaporte Solidario he aprendido infinidad de cosas, me he enfrentado a situaciones totalmente nuevas para mí y me he reafirmado en lo que quiero ser y hacer.
Ni una duda, ni un titubeo.
No ha habido ni un solo día en el que me haya arrepentido de la decisión que tomé. Ni un solo minuto en el que haya dejado de sentir que estoy donde quiero estar y de que hago lo que quiero hacer.
Sobre todo, estoy viviendo cómo quiero vivir.
¿Qué me ha aportado el emprendimiento on-line?
Como te decía, estos casi 6 meses de trabajo (4 detrás de bambalinas y 2 con el telón abierto de par en par), además de permitirme vivir en este rincón del mundo que tanto me gusta, me han regalado un sinfín de aprendizajes y nuevas experiencias.
En emprendimiento on-line, además de ser el camino que he elegido para vivir la vida quiero vivir, ha venido de la mano de un montón de enseñanzas que valoro muchísimo:
- He descubierto la importancia de delegar y de confiar en otras personas para hacer aquello que no se me da bien. Mis limitaciones y carencias han quedado al descubierto en muchos momentos y he aprendido a aceptarlas y a buscar soluciones. De la misma manera, tengo claros cuales son mis puntos fuertes y he aprendido a potenciarlos.
- El sacrificio, el esfuerzo y la dedicación con la que siempre me he dedicado a mi trabajo se han visto agudizados por la necesidad de imponerme una disciplina de trabajo diaria. Sin esa capacidad de esfuerzo y de trabajo, hubiera sido imposible poner en marcha el blog, aunque eso haya supuesto perderme auténticos planazos. He aprendido a cumplir un horario de trabajo que yo misma he decidido y que nadie me obliga a seguir y que la autodisciplina es imprescindible si quieres triunfar en tus propósitos.
- No me caracterizo por ser una persona especialmente organizada ni eficiente, pero en estos últimos meses no me ha quedado otra que ponerme las pilas en este sentido. La organización y la planificación son claves, y la improvisación que tanto no me gusta tiene poco protagonismo en un proyecto profesional de este tipo. He descubierto la tranquilidad y la seguridad que me da, por ejemplo, tener programados los post que voy a escribir en los próximos, como mínimo, 3 meses.
- He experimentado una curva de aprendizaje apasionante respecto a temas que hasta hace pocos meses me sonaban a chino: e-mail marketing, SEO, autoresponder o networking forman parte de mi diccionario, ¡y me encanta! No tanto porque esos temas en sí me apasionen, sino porque vuelvo a reafirmarme en la capacidad de aprendizaje y de superación. Si quiero, puedo (aunque sea a costa de haber invertido días en aprender a hacer algo que hoy me lleva menos de media hora).
- He valorado aún más el trabajo desde la cooperación, sumando esfuerzos y creando y manteniendo relaciones en las que las dos partes hemos ganado. Me refiero a otros bloggers que, en la inmensa mayoría de los casos, han aceptado con una sonrisa y con entusiasmo cualquier tipo de colaboración que les he propuesto.
- He aprendido a exigirme un poquito menos y a no dejarme llevar por la impaciencia. La excelencia y la perfección no existen, no soy una súper woman, ni los resultados son inmediatos. Me he dado cuenta de que cuando he tenido altos niveles de auto-exigencia, me he angustiado y he creado fantasmas que no me permitían avanzar ni ver los resultados que sí he obtenido.
- He confiado y creído en mí más que nunca: porque si yo no lo hacía, nadie iba a hacerlo por mí, y porque he sentido que soy realmente capaz de hacer lo que me proponga. Me siento imparable y con una energía que me impulsa y me lleva por el camino que quiero andar.
Y, ¿por qué o decirlo? Todo esto no puede llevarme a otra cosa que a sentir un gran orgullo y satisfacción personal por el camino andado hasta ahora.
Después de haberme parado a reflexionar sobre todo ello y de tener ese encuentro conmigo misma, te recomiendo mucho que hagas lo mismo. Párate a pensar qué has aprendido este año, qué te ha aportado algo que has hecho, o para qué te ha servido alguna decisión importante que hayas tomado. No te sientas soberbi@ ni poco humilde; siéntete orgullos@ y satisfech@ de tus logros y usa esos éxitos para tomar impulso de cara al futuro.
El emprendimiento on-line no es un cuento de hadas
Todo esto suena genial, ¿verdad?
Pero no todo es de color de rosa ni las cosas son tan fáciles como parecen.
Decidir cambiar de vida y de modelo de subsistencia, apostar por el emprendimiento on-line, no es fácil e implica grandes sacrificios:
- Como te decía, he invertido mucho dinero en la puesta en marcha de Pasaporte Solidario: el programa de Mentoring, la contratación de las mejores herramientas y servicios, el diseño web o el servicio de profesionales que equivalen a resultados seguros (no económicos). Todo esto se ha llevado un buen pico de mis ahorros pero, como te decía, cuando decidí emprender y apostar por esto, decidí hacerlo al cien por cien. Nada de medias tintas ni de quedarme a medio camino.
- Subsisto de mis ahorros. De momento, el negocio no me da ni para pipas, y eso supone ir tirando de ahorros. ¿Hasta cuándo? Pues no lo sé. Sin hacer ninguna imprudencia, hasta que pueda. Porque confío plenamente en este proyecto.
- Hasta que el negocio dé sus frutos, no tengo ingresos ni estoy dada de alta en la Seguridad Social. ¿Imprudencia? ¿Irresponsabilidad? Prefiero pensar que un sacrificio temporal que debo de hacer en esta fase inicial del proyecto.
Como ves, la cara B del emprendimiento (y el emprendimiento on-line no es una excepción) no es fácil. Implica hacer esfuerzos a cambio de confiar, confiar y confiar. Y, sobre todo, de trabajar muy duro para lograr tus objetivos.
Aún así, a pesar de esta cara menos bonita, la palabra que define a la perfección mi 2017 es CAMBIO. En todos los aspectos, mi vida ha cambiado muchísimo, y lo ha hecho porque así lo he decidido, porque me he atrevido y no me he dejado vencer por el miedo.
¿Qué le pido al 2018?
No hay balance del año que termina, sin propósitos, deseos y sueños para el año que llega.
Yo, al 2018, le pido seguir manteniendo este entusiasmo y motivación que me impulsa con fuerza.
Le pido también empezar a recoger los frutos de este proyecto para poder seguir sintiéndome libre de elegir la vida que quiero vivir.
Y, sobre todo, le pido seguir sintiendo que lo que hago merece la pena y que estoy ayudando a muchas personas a encontrar su voluntariado ideal.
Mi mayor deseo es que tú también decidas hacer un viaje diferente, un voluntariado, en tus próximas vacaciones. Y lo deseo con tanta fuerza porque sé y estoy absolutamente convencida que a través del voluntariado se puede conseguir un mundo un poquito mejor a la vez que vives una experiencia única.
Si tuviera que resumir en una palabra lo que quiero que sea el año 2018, sería CRECIMIENTO.
Como ves, el 2017 ha sido un año mágico para mí, un año que siempre recordaré independientemente de cómo evolucione este proyecto. Y será así porque he decidido emprender y atreverme a vivir la vida que quiero vivir.
¡Tú puedes hacer lo mismo y cumplir tus sueños en 2018! ¡SI QUIERES, PUEDES!
¿Cuáles son tus propósitos para el nuevo año?
¿Sueñas con hacer un voluntariado en tus próximas vacaciones pero no sabes por dónde empezar? ¡Puedo ayudarte a conseguirlo y a vivir una experiencia única!
Anímate y deja un comentario haciendo un pequeño balance del año que hoy termina y, sobre todo, compartiendo tus objetivos para el 2018.
Y si quieres ser de los primeros en enterarte de todas las novedades que van a ocurrir en esta comunidad de viajeros solidarios el próximo año, suscríbete a mi newsletter semanal y llévate tu regalo de bienvenida.